Durante toda la tarde, Silvia deseó estar en una playa del Caribe mientras se bañaba en el tanque que quedaba en el fondo de su pequeño patio. Al mirar el viejo tanque en el suelo, Silvia no tuvo duda en trasformarlo en una piscina para refrescarse, cuando una gran ola de calor tomó Porto Alegre. Nadie aguantaba quedarse dentro de las barracas del pueblo, un vaho caliente invadía todo. Los moradores recordaban peces afuera del agua luchando por respirar.
sexta-feira, 11 de fevereiro de 2011
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